Cómo detectar mentiras en la pareja a través de la comunicación del cuerpo

Advertir una mentira en una persona común es recurrente, pero darte cuenta que tu pareja te está faltando a la verdad, puede ser altamente frustrante y con consecuencias desagradables. Si estás dispuesto o dispuesta a saber qué harías ante una situación similar, continúa leyendo.

Según el especialista en Comunicación no Verbal, Hugo Lescano, decimos 3 mentiras cada 10 minutos, parecería ser increíble, pero la verdad es que el ser humano miente por supervivencia, confirma. “En un alto porcentaje no nos damos cuenta, lo tenemos muy naturalizado. Pero una cosa son las mentiras que se hacen para ayudar, para que no sufras, por educación, o mentiras piadosas a los niños; que mentir a tu pareja porque le fuiste infiel, por ejemplo”, explica.

Sabemos que hay algunas parejas  que mienten y otras que no lo hacen pero, por las dudas, para estar al pendiente se puede señalar algunos aspectos a tener en cuenta. Antes, poner blanco sobre negro y decirles que es una disciplina que está al alcance de todos, solo hay que estar atentos, observar y mirar, para poder entender cómo se expresa el cuerpo.

Para “calificar” a nuestra pareja de mentiroso hay que tener en cuenta, que un solo aspecto no verbal no alcanza para descubrirlo, es el conjunto de signos que va a determinar si te están mintiendo o no. Por lo menos tres en una misma situación comunicacional. El cuerpo bajo presión puede mostrar claramente que estamos mintiendo, cuando le mentimos a un amigo, los signos aparecerán de manera sutil, mientras que cuando le mentimos a nuestra pareja serán más visibles, justamente por la presión que ejerce un “enfrentamiento” entre verdad Vs. mentira.

Un punto a tener en cuenta, es que cuando culpabilizas a alguien, interpelándolo verbalmente con un rotundo “culpable”, todo lo que el cuerpo manifestará en esos primeros 5 minutos será el de “culpable”, aunque no lo sea. Por lo mismo no hay que juzgar al cuerpo en los primeros minutos de diálogo.

En primer lugar, la mentira nos provoca inestabilidad, eso determina que cuando contamos una historia falsa tendemos a apoyarnos en algo: silla, pared, mesa, etc. La persona busca sentirse segura y para ello debe agarrarse de algo. Esa puede ser una primera señal de alerta.

A su vez, contar una mentira determina un cambio en la manera en la que hablamos. Tanto el hombre como la mujer modifica el paralenguaje: el tono, el timbre, el ritmo, las pausas y la tonalidad. Hay que saber que estos cambios son involuntarios a la persona, y para darse cuenta de esto, debemos conocer el lenguaje basal del individuo, es decir su comportamiento habitual.

Por otro lado, y si de detectar mentiras hablamos, la “prueba de fuego” está cuando le pides a tu esposa/so, novio/va, que te cuente la historia hacia atrás. La mentira no puede contarse hacia atrás, nunca. Por eso la sugerencia es que no mientas, pero si es “de vida o muerte” lo hagas en una pequeña parte de la historia, no en toda. Un ejemplo para ilustrar esto y lo puedas entender es que, cuando termina tu pareja de contar su versión, le pides que te repita algo particular y concreto de lo contado.

Otro de los aspectos que determina que tu pareja te está mintiendo es cuando parafrasea la pregunta que le hiciste. Nueve de cada 10 personas repite la pregunta para pensar qué responder.

Si de mentiras hablamos, desmitificamos lo que socialmente se cree de la mirada. Creer que se nos está mintiendo cuando no miramos a los ojos, es un mito. La realidad es que cuando tu pareja no te mira puede tener emociones encontradas: vergüenza, se siente intimidado o culpable; puede tener angustia, preocupación o estrés; pero no está mintiendo. Por el contrario, la persona que miente te mira fijamente para saber si encuentra en tu rostro algún signo de credibilidad ante lo que te está diciendo.

Si te estás preguntando quién miente más: la mujer o el hombre,  la respuesta es que ambos mienten de la misma manera. Pero hay diferencias en cuanto al decir, sentir y hacer porque, históricamente el hombre ha dominado a la mujer, y por eso las mujeres han tenido que aguantar ese dominio,  y eso las llevó a desarrollar dos capacidades superadoras a cualquier otras: la discursiva y la semiótica. La mujer siempre lleva adelante la discusión de una manera argumental casi absoluta, a su vez la mujer no se hace mucha pregunta de la situación o de la historia, lo ve a través de su “sexto sentido”, tiene más sensibilidad que los hombres. De ahí sabemos que en una discusión “nadie le gana a una mujer”. Es así que estas capacidades las coloca en un lugar de superioridad en la discusión. Por lo mismo, un escape para salirse de una conversación para los hombres, a través de la comunicación no verbal, es cruzar los brazos y ceñir los labios.

Es un tanto curioso, pero en una situación de mentira, quien cuenta una historia varias veces y le va agregando detalles a la misma, es claramente un signo de que está diciendo la verdad. Por el contrario, el que miente te la cuenta a la historia 10 veces igual. Otro punto a desmitificar, es la risa, quien se ríe cuando te está contando algo, no es signo  de que te está mintiendo en sí mismo; por el contrario la risa en algunos casos, es el resultado del estrés. Podría reírse por el estrés que le produce mentir, pero no es un signo universal que se decodifique como “te está mintiendo”. Hay personas que han hecho de la mentira un aprendizaje, disfrutan de la mentira, y es poco probable que algún día dejen de hacerlo. A ese punto, podemos ya hablar de una patología manipuladora.

Todos sabemos que “las mentiras tienen patas cortas”, y si no es a través de la comunicación verbal será a través de otra modalidad, pero siempre se sabe la verdad. Por ello, desde COMMA” alentamos a ser transparentes y ser sinceros siempre, llevando la bandera de la verdad.

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