Al comienzo de todo, a los 7 años, soñaba con representar a su provincia, luego voló más alto y quiso hacerlo por su país; materializó ambos, pero le quedó algo pendiente, participar de un mundial. Quizás, con el correr de los años pueda verlo en algunas de sus alumnas, a quienes deja de enseñanza toda la experiencia adquirida.
Tenía quince años cuando su formador la incentivó para que rinda exámenes para convertirse en profesora y poder enseñar. Si bien, era muy chica para trabajar por su propia cuenta, sus padres aceptaron para que remplace a su profesor.
Cuando COMMA le pidió que defina lo que hace dijo: “para mí es algo tan hermoso y a la vez tan loco… hace que lo ames y lo odies”, dijo Sabrina Salinas, profesora de patín a cuatro ruedas.
“Un patinador tiene que estar enamorado del deporte para poder avanzar y para poder salir a flote; un deportista que no siente amor por lo que hace se termina cansando y abandonando. En el camino del patín te encuentras con algunos golpes, te lleva a un cambio de vida, de hábitos. A suspender eventos sociales por entrenar muchas horas, pero todo vale la pena”, dijo Sabrina.
Tres años después de haber rendido sus exámenes para ser profesora, se animó a dar sus propias clases en el Club Barrio Modelo; hoy continúa allí. “Se me presentó una mirada distinta en cuanto patín, era totalmente distinto a ser profe, los entrenamientos y los torneos se veían desde el otro lado, algo que yo nunca estuve. Fue muy lindo y todo un desafío”, recordó la profesora. Fue cuando se dio cuenta que los sueños iniciales van cambiando según lo que te presenta el deporte y la edad que tenés.
Al momento de contar sobre los logros que se alcanza con la práctica de este deporte señaló que es una de las disciplinas más completas. “Se trabaja mucho, no solo el físico sino también lo psicológico. El trabajo es completo”.
Recordó que como alumna, le marcó mucho un torneo nacional en 2009, fue la única de la provincia de Tucumán que tenía que viajar al torneo de Categoría B, su profesor y su mamá viajaron con ella a Neuquén. “Recuerdo que mis papás hicieron un esfuerzo económico grande. Los viajes nacionales e internacionales los patinadores deben costear el viaje propio y el del entrenador”, aclara la profesional. En ese viaje pudo consagrarse como Tri-Campeona Nacional en la especialidad de libre, escuela y combinada, “fue el primer puesto en las tres especialidades. Tuve la suerte que mis papás no me dijeron ´no viajas´, sin antes intentarlo. Volví feíz”, dijo. Otras de las experiencias que la marcaron como patinadora, fue viajar en 2014 a la Copa Filippini en Italia, “formé parte del seleccionado argentino, fue increíble”, recordó.
En tanto como profesora cree que aún está creciendo en logros, “voy poco tiempo y pocas experiencias. Pero podría contar una reciente que fue en el regional de agosto de este año; con una alumna pudimos lograr una coreografía en competencia espectacular, obtuvo el primer puesto entre 16 patinadoras. Clasificó al torneo nacional en la provincia de San Luis en diciembre de este año”, manifestó. Agregó que fue muy satisfactorio, porque de las 10 alumnas que se prepararon para conseguir la clasificación, lo lograron todas, a pesar de que se clasificaban las primeras siete de cada categoría.
Si de enseñar hablamos , como profesora lo primero que tiene en cuenta cuando llega una alumna nueva, es buscar un espacio de confianza entre ambas “para luego fortalecer la confianza en la alumna, porque el miedo siempre está presente. Pero me gusta animarlas y buscar que se superen a sí mismas”, cuenta la profesional.
Se le consultó qué siente cuando logra los primeros y últimos puestos, y no dudó en responder que “son sólo números. Claramente los primeros puestos nos dan felicidad, la nena se siente plena y uno como profe siente que algo hizo bien. Los últimos puestos a veces no nos lo merecemos, de hecho nadie se merece un último puesto, porque una patinadora antes de salir pasa por muchas emociones y sentimientos que pueden jugar en contra. El patinador tiene que estar preparado psicológicamente para poder afrontar las emociones de esos momentos. Como profesora, a mí me interesa que cuando salgan de competir estén conforme con la coreografía que han presentado; eso es esencial, lo otro secundario”, explicó. Sin embargo, exteriorizó su anhelo de lograr campeonas nacionales, un grupo de patinadoras que entren en el seleccionado argentino y representen al país y que tengan sus medallas nacionales.
Reflexionando el significado de este deporte apuntó hacia la familia como sostén del proceso de aprendizaje. “La familia es muy importante, siempre es necesario, la presencia es significativa para la alumna, tanto en los entrenamientos como en los torneos. Se sienten contenidas, entrenan de otra manera: para rendir más y para dar lo mejor”, sostuvo.
Contó que lo más lindo que tiene el deporte es la enseñanza de muchos valores, “por lo menos es lo que yo lo experimenté, en especial a ser perseverante y que a pesar de las dificultades que se nos presenta, seguimos intentado mejorar… muchas veces salimos últimas en los torneos y creemos que no podemos y debemos dejarlo, pero aprendemos de eso también. No somos un puntaje, no somos un puesto, estar en una pista ya te hace ganadora. Crecer en el club nos da felicidad, y creo que lo que nos hace felices no deberíamos ponerle un puesto”, sentenció Sabrina.
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