Albert Einstein solía decir que la única cosa realmente valiosa es la intuición. Esos pensamientos que nos llegan del mundo inconsciente al consciente son como un regalo del cerebro. Y por supuesto, no responden a algo fortuito. Son el reflejo de esa persona que sabe conectar a la perfección su mundo emocional, el de la experiencia y el de su sexto sentido.
Ahora bien, el tema de las emociones es, sin duda, un aspecto fundamental. Comprender aquello que nos preocupa, que nos bloquea, que nos enfada o nos emociona, nos proporciona un conocimiento pleno y auténtico sobre nosotros mismos. Es muy difícil que quien no se conoce a sí mismo genere ideas creativas o tome decisiones acertadas de acuerdo a sus necesidades.
La inteligencia intuitiva está de actualidad. Lejos queda el peso de ese enfoque racional basado en un análisis lógico y analítico de nuestra realidad que, generalmente, se cuantifica a través del coeficiente intelectual. A día de hoy hablamos ya de inteligencias múltiples. Cada persona es hábil en una o varias dimensiones, y es ahí donde está nuestra grandeza y, a su vez, nuestro poder para triunfar en la vida.
Hasta no hace mucho, se solía asociar la intuición a las mujeres. “La intuición femenina” construyó por sí sola, toda un área en la que introducir esas sensaciones repentinas con las que nosotras, solemos tomar muchas decisiones. Lo que también se conoce como inteligencia intuitiva. Corazonadas que no se podían explicar: “Algo me dice que no debo fiarme de esa persona. Creo que es mejor elegir esta opción y no la otra”.
Desde que el campo de la Inteligencia Emocional ha ido poco a poco adquiriendo más importancia, ha llegado a entenderse el gran peso que las emociones y las sensaciones tienen en nuestra vida diaria.
Para desarrollar tu inteligencia intuitiva tienes que empezar a introducir determinados hábitos en tu vida que te ayudarán a darle prioridad a tu intuición:
Atiende tus emociones.
Desarrolla tu instinto.
Aprende a leer entre líneas.
Conócete.