Libertad de expresión y libertad de pensamiento no van de la mano

La libertad de expresión no tiene sentido si no está alimentada por el pensamiento libre, creativo y personal.

Hemos crecido creyendo en la idea de que tenemos libertad de expresión. Pero en todo momento hemos sido manipulados por aquellos que necesitaban implementar en nosotros una idea que iba destinada a su propio beneficio personal.

Elige entre esto, eso o aquello. La opción de una alternativa personal y creativa no es posible. Y pobre de aquel que osara plantear algo diferente o que desafíe el orden impuesto.

 Tal vez no hay censura explícita ni castigos estipulados, pero todos sabemos lo que pasa cuando la oveja se sale del rebaño, aunque haya varios entre los que elegir.

La libertad de expresión sin libertad de pensamiento es un eufemismo

Persona mirando el cielo estrellado

Una parte del mundo se enorgullece de disfrutar de una bien ganada libertad de expresión, mientras que en otras partes del mundo los pensamientos son censurados, y las personas que los hacen visibles son castigadas por expresar libremente sus ideas.

Delimitar el libre pensamiento, dando fórmulas fáciles para elegir, mantiene la ilusión de que el cambio es posible: un cambio limitado, pero no tan revolucionario como nos quieren hacer ver. Al orden establecido no le gustan las personas reflexivas, que son capaces de pensar de manera crítica, y de alguna u otra forma se hace lo posible para suprimir su inteligencia. 

A las personas nos gusta pensar que somos totalmente libres, como si fuéramos completamente autónomos e independientes, como si no estuviéramos influenciados por nuestro entorno. Pero, en realidad, todos estamos obligados a sacrificar parte de nuestra libertad para alcanzar cierto nivel de seguridad y bienestar, e incluso reconocimiento.

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