Rencor, mi viejo rencor

Todos, absolutamente todos, tenemos una espina clavada en el corazón, por alguien que nos hizo mucho daño, eso no significa que nosotros seamos malas personas.

Es decir, el sentimiento de rencor aparece como protección para no sufrir, para huir del dolor, convirtiendo la tristeza en rencor nos sentimos más fuertes.

Esto se hace de manera inconsciente, pudiendo aparecer otros sentimientos como el odio y el deseo de venganza, pero lo cierto es que eso empeora aún más el malestar interior.

No hay nada positivo en sentir rencor. Mientras la persona que hizo daño probablemente esté feliz y no sienta culpa por el dolor que provocó, la persona dañada sí se estará dañando a sí misma. Por ello no es nada racional cargar con el rencor a cuestas, porque al fin y al cabo solo nos provocamos dolor a nosotros mismos.

En definitiva, el rencor hace que tengamos el mal en mente mucho tiempo, casi todo el día. Con un estado emocional así, y con ese tipo de pensamiento, es muy difícil ser feliz y productivo. Y al final siempre gana la persona que nos hizo daño.

Si no paramos de darle vueltas a lo sucedido, si nos seguimos haciendo preguntas que no tienen respuesta, si indagamos sin parar en los porqués, en lo injusto, en los errores que cometimos, no acabaremos nunca de sentir rencor.

Perdonar no es ofrecer clemencia ni buscar justificaciones a lo que sufrimos. Jamás debemos renunciar a nuestra dignidad.

Se trata más bien de facilitar el duelo del resentimiento, de ir quitándole intensidad a la desesperación y a ese bloqueo que nos impide respirar. Para ello, es necesario que dejemos de odiar.

Ir acumulando este daño solo logrará que estés malhumorado, amargado y con mucho resentimiento. Debes lograr, de cierta manera, trabajar con tus sentimientos, para que el perdón sea verdadero. Así lograrás estar sin presiones.

Recordemos que lo que nosotros sentimos por dentro no depende del exterior. Depende de uno mismo manejar las emociones. No dejemos nunca que lo que nos ocurra nos perjudique el bienestar interior. De nosotros depende, tomemos consciencia en lo que nos centramos en nuestro día a día.

Tú eres el único dueño de tus actos y responsable de tus decisiones. No debes dejar que la persona que te hizo daño tenga el poder sobre ti. Elegir el camino menos doloroso y superar obstáculos no significa que debas volver con esa persona o justificar lo que hizo. Perdonar implica quitarle el poder de seguir haciéndote daño y dejarlo atrás.

El perdón no es olvidar, porque hay cuestiones que no se te olvidarán.

Eso sí, asegúrate de que éstas no interfieran en tu vida y que te dejen vivir el presente sin ningún tipo de rencor. 

El perdón no es para ayudar a la otra persona, te servirá a ti para mejorar tu vida, por ello es indispensable.

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