Una familia numerosa fundada en el amor

Carolina Nucci es la menor de cinco hermanos, esposa de Hugo Jovanovics y madre de Camila (22), Candelaria (20), Tomás y Santiago (17), Paulina (11), Guadalupe (9), Benja (8), Bautista (6) y Lucas (1). La historia nos lleva a un sentido del amor unitivo. Cuenta Carolina que, los padres de ellos le transmitieron la normalidad de ser muchos. “Hoy somos noticia porque somos muchos pero la verdad es que no hay nada extraordinario, esto es la vida ordinaria”, dijo a Comma Carolina Nucci.

La historia del matrimonio comenzó hace 23 años, cuando decidieron decir si, frente a Dios y construir la familia que hoy tienen. “Nos conocimos en la facultad de la Universidad Nacional de Tucumán, a quien le tenemos enorme cariño y agradecimiento. Cuando nos casamos ya éramos odontólogos. Hoy pensamos igual, el matrimonio es un don tan grande que en eso se sustenta todo”.

Al consultarle cómo hace para no descuidar ninguno de los roles que le fueron encomendados (profesional, madre, esposa, mujer, amiga) sentenció que “mi rol más importante es el de esposa. De ahí nace todo pues fundado en el amor matrimonial todo es más fácil. En la práctica la familia numerosa te ayuda a empezar el día separando lo necesario de lo suplerfluo,  la toma de decisiones de prioridades es permanente, todos se ayudan entre sí”, explicó Nucci, aclarando que no como un mandato sino como un normalidad donde la clave es descubrir que “en  darse a los demás está tu felicidad”. No obstante su profesión tiene también un lugar importante, “continuamos haciendo capacitaciones y posgrados para poder dar lo mejor de uno en los puestos laborales”, contó.

Nucci fue contundente al decir que hay felicidad en cada día, en cada comida, en cada momento compartido. Por lo mismo abre la inquietud para formar una familia numerosa “porque te enfoca en lo importante sin hacer esfuerzo. Porque te das cuenta rápido que la clave es dar y no recibir y es un atajo a la felicidad. Eso si cada mañana pongo a los 11 en manos de la Virgen sin ella nada podría ser realidad”, cuenta.

Durante la charla dejó visible su formación en la fe y su amor por Dios. “De Dios en cada instante, hay que aprender a descubrir su amor incondicional hasta en los contratiempos. Acá en la tierra de cada una de las personas que pasan por mi vida, de las que aprendo todo el tiempo y me ayudan: compañeros de trabajo, jefes, amigos y familia. Me ayudan en la panadería, verdulería, donde haces las compras todos los días, o pueden ayudarte con un trámite. Comma que me llama para que yo pueda dar mi testimonio y mostrar que lo que parece difícil es más fácil de lo que uno cree”, dijo entusiasmada.

 Con convicción dice que vivimos en una provincia donde todos ayudan, “quizás no lo saben pero yo si agradezco por cada acción que repercute en la ayuda de mi vida familiar; no somos nosotros, esto es parte de un todo, de una sociedad que ayuda, uno pone su parte y Dios saca lo mejor de cada uno”, explica.

La cotidianeidad y los quehaceres del hogar es compartida “No tenemos ayuda externa en casa. Cada uno tiene su turno de levantada de la mesa y lavado de cocina. Otros según la edad sacan la basura, llevan la ropa al lavadero, ordenan, limpian, etc.” La organización de las tareas está plasmada en un cronograma escrito “pegado en la heladera”. La organización está orientada en función de cursos para padres sobre gestión del hogar, manejo de los ingresos, control de gastos y uso de redes sociales, entre otros.

Una de las acciones más importante dentro de las actividades familiares es la misa semanal. “La Eucaristía nos une en Cristo, para saber que cuando caemos, con ayuda de El hay que levantarse. La clave no es caer, sino levantarse siempre”, sostiene.

La familia trata de que cada hijo tenga su tiempo para estar con ellos a solas y charlar sobre temas importantes. “El deporte y las actividades extra escolares, sin bien son un esfuerzo para toda la familia nos ayuda para que ellos tengan un espacio con sus pares y vivan la alegría del deporte”, dijo.

En algún momento de su recorrido por la vida familiar, los médicos le diagnosticaron a Cande y Tomás sordera. “Recuerdo que cuando nos avisaron  que Cande era sorda, me sentí al borde de un abismo muy profundo y nos abrazamos muy fuerte con mi marido, prometimos cuidarnos el uno al otro y no dejar que ese dolor nos haga daño como matrimonio, y Dios nos ayudó a que sea un sufrimiento fecundo, porque la discapacidad vino a traer, aunque a veces no se lo entienda, alegría a nuestro hogar”, expresó Carolina Nucci.

Cuenta la madre de familia que ese día sintió que no debía preguntarle a Dios porque les pasaba eso, sino para qué. “El ha sabido respondernos y desde ese día hemos dado testimonio y guía a cientos de familias de hijos sordos”. Sostiene que en el camino no han estado solos, siempre acompañados por los médicos, fonoaudiólogos, Colegio, empresa Implantes Medel y la obra social; todos los han guiado para poder salir adelante y que hoy sus hijos escuchen y hablen. “Dios, también con nosotros”, culminó.

PH: Mel Salerno

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